La boda de Simon y María, celebrada en el club de golf de Islantilla, fue una experiencia única que se destacó entre todas las bodas que he documentado. Aunque todas comparten el hilo conductor de festejar el amor rodeados de seres queridos, comida y bebida, esta tuvo un toque especial desde el principio.
Uno de los aspectos que la hizo diferente fue la vestimenta de Simon, quien lució una elegante falda escocesa, un traje que aportó un aire distintivo y tradicional a la celebración.
María se preparó en su habitación junto a sus amigas, con quienes brindó en varias ocasiones con champan. Las amigas de María, alegres y simpáticas, venían de Badajoz y su energía iluminó el ambiente. Simon, por su parte, es irlandés, y aunque sus amigos eran más serios al principio, se fueron soltando a medida que avanzaba el día. Esto me permitió disfrutar de la fotografía documental, ya que todos se movían y actuaban con total naturalidad, olvidando la presencia del fotógrafo, la mía.
En la ceremonia, la pareja también realizó el ritual Handfasting, una antigua ceremonia celta que simboliza la unión de dos personas al atar sus manos con cintas o cuerdas, representando su compromiso y conexión.
El cóctel fue una velada tranquila, perfecta para hacer fotos de grupos y a la vez tomar algo. El ambiente calmado era un reflejo de la serenidad de la pareja.
La cena se llevó a cabo en el mismo jardín que el cóctel, y disfrutamos de un “atardecer colorao” precioso, habitual en los cielos del sur.
Gracias a la fotografía documental, pude capturar estos momentos auténticos y llenos de vida, convirtiéndome en testigo de una celebración que, sin duda, fue única. Me siento agradecida de haber sido la fotógrafa en este día tan especial para Simon y María. Les deseo un futuro lleno de amor y aventuras juntos.
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